uno de ellos, Zavalita, es construido como un sujeto cognoscente que indaga, evalúa y
juzga” (p. 316). En efecto, Ambrosio es un sujeto que está allí para ser interpelado, para
responder, eventualmente pregunta, pero sobre todo no sabe. Parra (2007) siguiendo lo
anterior afirma que “solo Santiago Zavala “Zavalita”, el criollo desclasado, es objeto de
indagación y cuestionamiento racional” (p.2). Todo esto hace que la supuesta
multiperspectiva sea en realidad una visión-voz monologante: “En la novela se
escuchan distintas voces y se perciben distintas miradas, como la de Cayo Bermúdez,
pero la visión de totalidad que se construye textualmente está tamizada por la mirada de
Zavalita, de ahí su carácter monológico" (p.318). La voz y la mirada narrativa están en
relación a la hegemónica que el autor ha dispuesto y que subyuga, a la otra perfectiva
que es pasivamente usada, y que a su vez se va amoldando de acuerdo al desarrollo de la
trama de la novela. Por lo tanto, la multiperspectiva no es pareja, todo lo contrario, está
orientada a un solo foco de atención.
El segundo aspecto es la reconstrucción de la realidad representada y su
correspondiente horizonte de expectativa. Según Parra (2007) esto se expresa en que la
novela solamente retrata aquellas realidades que ha modificado las condiciones de la
existencia de la clase criolla (p.2) en un paulatino desclasamiento del personaje eje
(Zavalita). Pero hay que hacer una precisión: este segundo aspecto no es solo clasista, es
también moral, y sobre todo personal. El problema es que solo es de él, de Zavalita, una
suerte de mono-representatividad y horizonte plano de un solo personaje. Por eso que la
totalidad entra en cuestión y no funciona sino como mero artificio. Desde la famosa
pregunta de Zavalita y su posterior descripción desgarrada, sucia y fea de un entorno
que la considera decadente para él se nota esta predominante visión-voz-pensamiento
sesgado en lo pesimista, en la absoluta desolación: “automóviles, edificios desiguales y
descoloridos, esqueletos de avisos luminosos flotando en la neblina, el mediodía gris.
[…] El Perú jodido, piensa, Carlitos jodido, todos jodidos. Piensa: no hay solución”
(Vargas Llosa, 1999, p.3). Incluso más adelante, cuando describe la perrera: “Un
heladero de la Plaza Dos de Mayo los orienta: más adelante, un letrerito cerca del río,
Depósito Municipal de Perros, era allí. Un gran canchón rodeado de un muro ruin de
adobes color caca —el color de Lima, piensa, el color del Perú—” (Vargas Llosa, 1999,
p.5).
Se evidencia la predilección notoria de personajes degradados, ruines, de doble
vida y siempre en descenso moral, sexual y hasta anímico. Más que muchedumbre es
casi una fauna humana signada por un pasado conflictivo, con figuras paternas difusas u
Revista de Investigación Apuntes Universitarios
ISSN 2312-4253(impresa)
ISSN 2078-4015(en línea)