apoya la teoría creacionista bíblica, conocido como teoría del Diseño Inteligente (DI), la cual
cuenta cada vez con más amplia consideración (Roth, 2010).
La teoría del DI [Diseño inteligente], llamada así en 1991 por Phillip E. Johnson, sostiene
que ciertos rasgos del universo y de los seres vivos se explican mejor por una causa inteligente, en
contraste a un proceso no dirigido como el de la selección natural (Johnson, 2011). El DI propone
la existencia de un diseñador inteligente, basándose en tres argumentos científicos que la respaldan
(Collado, 2007): a.- el universo bien afinado (Denton, 1996; Denton, 1998); b.- la complejidad
irreductible, propuesta por Behe (1996); y c.- la complejidad específica (Dembski, 1999).
Denton expone que la complejidad en el mundo natural no puede ser formulada sobre la
agregación de cambios producidos y organizados al azar; por el contrario, fue diseñada para que
pudiera albergar la vida. Por lo tanto, desde su inicio, el universo estuvo “bien afinado”.
Por su lado, Behe sustenta que, ante la organización del universo a nivel astronómico,
biológico u orgánico, se hace evidente una complejidad irreductible; es decir, que es imposible
imaginar que el desarrollo y la organización de sistemas complejos como los seres vivos o algunas
causalidades en las leyes cósmicas y planetarias sean producto del azar, lo que implica la existencia
de un diseño y, por ende, de un Diseñador. Esto implica que todo el universo tiene una finalidad,
por lo cual no hay espacio para especulaciones al respecto.
Mientras que Dembski, en su argumento de la complejidad específica, sostiene que los
procesos de los seres vivos, especialmente los patrones de secuencias moleculares en las
macromoléculas biológicas (como las proteínas y el ADN), poseen una probabilidad de que
acontezcan por mero azar, que es numéricamente menor a cierto valor teórico. En este contexto,
cuando algo tiene complejidad específica, se asume que fue producido de una causa inteligente, y
no el producto de un proceso natural (Hortolá y Carbonell, 2007).
La finalidad de este artículo no es discutir las implicaciones filosóficas de la teoría del DI,
ni de las tres ideas centrales sobre las que se apoya; solo se pretende asumir que dichas ideas
sugieren la idea de la perfección del sistema. Esta perfección puede evidenciarse en las bases
moleculares de la ultraestructura celular de todos los organismos existentes. Esto puede sugerir la
elaboración de un contenido curricular que pueda resultar útil al integrar valores y creencias en los
aprendizajes del alumnado mientras se trabaja en la escuela. Por lo tanto, el objetivo de este trabajo
es analizar algunos contenidos curriculares en genética, relativos a los procesos moleculares de los
ácidos nucleicos, que sugieren la confirmación de la teoría del DI.
Revista de Investigación Apuntes Universitarios
ISSN 2312-4253(impresa)
ISSN 2078-4015(en línea)